Microrrelato: También entre mujeres
Esta mañana
paraba como lechero en todos los pisos. No solo es lento de por sí, por ser
de arcaica construcción, sino que ahora en el segundo nivel se sube una chica
que retiene el elevador esperando que llegue su amiga. Sin muchas disculpas,
medio minuto después, finalmente se cierra la puerta.
Estoy segura que se acostó con el jefe para que le den esa promoción, decía medio susurrando (pero no realmente), una de las jóvenes a la otra. Tú y yo estamos desde hace tres años, ¿y ella en seis meses se lleva el puesto? ¡Es una zorra!
Llegamos a planta baja. Pienso, ¿no podrían haber bajado caminando ese piso en vez de retenernos a todos? Se abre el ascensor. Se bajan. Y es en ese preciso momento en que entiendo por qué era que todos debimos esperar esos 30 segundos demás. Una paloma, me quiero imaginar que era hembra, se había colado por entre las puertas del edificio y mientras volaba por lo alto del atrio, encontró a las destinatarias perfectas de su evacuación matutina.
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